En la Argentina, los principales destinos románticos de la temporada son Bariloche, Mendoza y el norte jujeño. Las escapadas entre lagos patagónicos ofrecen paseos en velero, cenas frente al fuego y hospedajes con spa y vista a la cordillera.
Por su parte, en la provincia de Mendoza, las bodegas del Valle de Uco y Luján de Cuyo se consolidan como escenarios ideales para propuestas de matrimonio y aniversarios, con degustaciones de vinos, cenas bajo las estrellas y experiencias de lujo en entornos rurales. En el norte, Purmamarca y Cafayate conjugan silencio, arte y paisajes desérticos con hospedajes diseñados para el descanso y el encuentro personal.
Del otro lado de la Cordillera de los Andes, en Chile, el Valle del Elqui y la Región de los Lagos son los preferidos de los viajeros en pareja. Los lodges sustentables y hoteles de montaña ofrecen observación astronómica, termas naturales y trekking al atardecer, mientras que el litoral central, con Viña del Mar y Valparaíso, seduce por su ambiente bohemio y su gastronomía marina.

Potencia continental, Brasil continúa liderando el turismo de romance regional con sus playas del nordeste -Jericoacoara, Fernando de Noronha y Porto de Galinhas-, que combinan naturaleza virgen y servicios premium. Las posadas boutique y los resorts all inclusive ofrecen rituales de spa, cenas frente al mar y actividades de bienestar, atrayendo tanto a recién casados como a parejas que celebran aniversarios.
En Uruguay, Punta del Este y José Ignacio siguen siendo sinónimos de elegancia y tranquilidad. Sus playas amplias, galerías de arte y restaurantes de autor consolidan al país como un destino de turismo sofisticado y emocional, ideal para quienes buscan disfrutar sin multitudes.
La tendencia regional también muestra un crecimiento del turismo wellness y experiencial, con paquetes que incluyen yoga, caminatas, meditación y gastronomía orgánica, especialmente en destinos naturales de Paraguay, Perú y Colombia. Estas propuestas apuntan a un viajero que prioriza la conexión afectiva y el equilibrio emocional tanto como el descanso.
El verano sudamericano confirma que el turismo romántico se volvió una experiencia de bienestar compartido más que un viaje convencional. Naturaleza, confort y autenticidad se combinan en circuitos que fortalecen el vínculo entre las personas y el entorno, impulsando una nueva forma de viajar en pareja: más consciente, sensorial y emocionalmente plena.










