Un muro rojinegro en la historia
Cuando la conversación se centra en la máxima categoría del fútbol argentino, solo dos nombres resuenan con la autoridad de la permanencia casi inmaculada: Boca Juniors y Newell’s Old Boys. La Lepra de Rosario ha sabido responder al llamado de la historia cada vez que las circunstancias, o la tabla de promedios, lo han puesto a prueba.
A diferencia de su clásico rival, cuya dolorosa experiencia de descensos se repitió en cuatro ocasiones —incluyendo duelos históricos y fatídicos en casa—, el club del Parque Independencia siempre superó el temblor. La única mancha en su foja, la del descenso de 1960, es narrada por el sentimiento leproso no como una caída deportiva, sino como una injusticia institucional por decreto, que restauró su lugar legítimo en la élite. Newell's es, en esencia, la resiliencia hecha club.
La gloriosa cantera y la conquista de América
Pero la grandeza de Newell's no reside solo en su capacidad de supervivencia. Es el faro del fútbol del interior con la mayor cantidad de logros y un semillero inagotable de talento mundial. Desde su cantera han surgido nombres que definieron épocas, cimentando un linaje que incluye a Jorge Bernardo Griffa, Marcelo Bielsa, Gerardo Martino, Américo Rubén Gallego, José Yudica y Juan Carlos Montes (como jugadores y técnicos campeones), y figuras rutilantes como: Lionel Messi, Mauricio Pochettino, René Pontoni, Federico Sacci, Mario Zanabria, Gabriel Batistuta, Jorge Valdano, Ricardo Giusti, Roberto Sensini, Gabriel Heinze, Raul Belén, Lisandro Martinez, Maximiliano Rodríguez y Lionel Scaloni, entre otras glorias del fútbol mundial.
Esa mística lejana se tradujo en epopeyas continentales, llevando el nombre de Rosario a dos finales de la Copa Libertadores (1988 y 1992). Aunque el anhelado título se haya escapado, la gesta de jugar cara a cara contra los mejores de América, con la ideología Bielsa de 1992, grabó a fuego una identidad valiente y ofensiva.
Épica contra el poder central
La épica rojinegra se magnifica cuando se la sitúa en el contexto de la lucha contra Buenos Aires. Los campeonatos de Newell's (siete títulos de Liga, destacando el Metropolitano 1974 y el Final 2013) han estado históricamente marcados por la necesidad de sobreponerse a fallos arbitrales polémicos y decisiones de la dirigencia del fútbol nacional que, para el club, siempre parecieron inclinadas hacia los clubes porteños.
El máximo ejemplo de esta rebelión futbolística fué la final ganada a Boca Juniors en la mismísima Bombonera en aquel emotivo 9 de julio de 1991. Fue un grito de Rosario en la cara del poder, una demostración de que la pasión, la historia y la jerarquía forjada lejos de los despachos centrales podían más que cualquier establishment.
Newell's Old Boys es más que un club de fútbol: es una declaración de principios. Es la historia viva de la perseverancia y la grandeza genuina del interior, un club que siempre ha sabido ganarse su lugar, ya sea desde la formación de talentos o desde la trinchera del tan temido descenso. Su lugar en Primera es la ratificación de su destino glorioso e ineludible.









