El primer movimiento se produjo en el feriado por la Inmortalidad del General Güemes, con 721.000 turistas movilizados mientras que el segundo, por el Día de la Bandera, alcanzó 1,4 millones de personas. Fueron seis días distribuidos en dos fines de semana donde la estadía promedio fue de 2,2 noches que representó una baja significativa respecto a las 2,9 noches del año pasado.
El informe de CAME advirtió que el gasto total cayó un 27,9% interanual a precios constantes, reflejando un turista más austero, que priorizó los traslados cortos, redujo el consumo en servicios recreativos y limitó sus compras. Aún así, el turismo de cercanía, los eventos culturales y las escapadas a destinos rurales sostuvieron el flujo interno, con buena respuesta del público en distintas regiones del país.
Entre el 14 y el 22 de junio, las veinticuatro provincias argentinas desplegaron propuestas culturales, gastronómicas y de naturaleza que incluyeron celebraciones patrias, festivales y ferias regionales. Desde la Fiesta Nacional de la Noche Más Larga en Ushuaia hasta actividades en los Esteros del Iberá, cada territorio apostó por mantener su visibilidad en temporada baja.
En términos acumulados, ya se celebraron cinco fines de semana largos en 2025, con 8,8 millones de turistas movilizados y un movimiento económico total de 2,1 billones de pesos que equivalen a 1.821 millones de dólares estadounidenses.
Las estadísticas demuestran que el turismo interno ratificó una vez más su capacidad de tracción, beneficiando a miles de pequeñas y medianas empresas en todo el país aún en un contexto de ajuste económico.
Las escapadas de junio evidenciaron un cambio de hábito en el viajero argentino que recurre cada vez más a viajes cortos, reservas sobre la hora y opciones promocionales como el turismo rural y las actividades gratuitas.
Corroborado con A su vez, provincias como Misiones, Córdoba, Salta y Buenos Aires lograron picos de ocupación durante los días centrales gracias a la gente que concurrió a los eventos locales tanto deportivos como culturales sumado a un clima favorable.
Pese a la caída en la estadía y el gasto, los fines de semana largos continúan consolidándose como un motor clave para dinamizar las economías regionales, ofreciendo una oportunidad concreta para sostener el flujo turístico entre temporadas altas.