Un informe del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) advierte que si solo once ciudades europeas limitaran su volumen turístico al promedio continental, podrían perderse 245.000 millones de dólares en PBI, 122.000 millones en ingresos fiscales y tres millones de empleos entre 2025 y 2027. Su presidenta, Julia Simpson, alertó que las respuestas apresuradas bajo presión social o mediática, como cuotas de visitantes o restricciones a cruceros, pueden terminar agravando el problema.
El turismo representa el 10% del PBI global y uno de cada diez empleos en el planeta, y se espera que en la próxima década genere uno de cada tres nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, su expansión expone falencias estructurales de muchas ciudades: déficits en transporte público, falta de vivienda asequible y escasa planificación urbana, que encuentran en el turismo un amplificador más que un origen.
El WTTC subrayó que gran parte de los impuestos recaudados al turismo no se reinvierte en las comunidades. En Estados Unidos, por ejemplo, menos del 5% se destina a promoción o gestión turística y solo el 1% a vivienda para los trabajadores del sector. Reclama, por eso, marcos de gobernanza transparentes que garanticen beneficios compartidos para residentes y visitantes.
Las consecuencias de limitar sin un plan integral serían severas: ciudades como Venecia, Ámsterdam o Barcelona podrían sufrir una caída de hasta el 11% en su PBI urbano, mientras que Dubrovnik vería reducido en un 27% su empleo local. Estos efectos se extienden a proveedores, industrias asociadas y servicios públicos.
En lugar de restricciones, el informe propone reinvertir en sostenibilidad, descentralizar la oferta y empoderar a las comunidades locales. Ejemplos como Barcelona, Islandia y Flandes muestran que es posible compatibilizar turismo y calidad de vida, siempre que haya planificación de largo plazo y visión compartida.
La tecnología aparece como un aliado. Sensores y sistemas digitales en Florencia o Venecia permiten anticipar aglomeraciones y redistribuir flujos, mientras que la recolección de datos en tiempo real facilita ajustar la promoción. Sin embargo, el WTTC remarcó que la voluntad política y la participación ciudadana son insustituibles.
“Este no es un debate sobre frenar el turismo, sino sobre cómo hacerlo funcionar para todos”, concluyó Simpson. El sector puede crecer, pero la única vía posible es con sostenibilidad, cooperación real y beneficios distribuidos que aseguren la calidad de vida de quienes habitan y disfrutan los destinos más visitados del mundo.
El sector turístico de Argentina aportaría 39.000 millones de dólares al PBI (Producto Bruto Interno) al finalizar 2025 y se consolidaría como uno de los pilares de la economía. Así lo indica el último informe del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), elaborado en colaboración con Oxford Economics, que destaca el crecimiento interanual del 8,4% en la contribución económica de nuestro sector.
