El Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación impulsa desde hace tres años una estrategia federal para promover circuitos de bajo impacto ambiental y fortalecer las economías regionales. Programas como “La Ruta Natural” y los Corredores de Turismo de Naturaleza integran más de 150 áreas protegidas, entre parques nacionales, reservas naturales y sitios de valor ecológico, que ofrecen actividades recreativas respetuosas del entorno.
Entre los destinos más elegidos se destacan Iberá en Corrientes, El Impenetrable en Chaco, Esteros del Dulce en Santiago del Estero, Península Valdés en Chubut y los Parques Nacionales Nahuel Huapi, Los Glaciares, Talampaya y El Palmar. Estas regiones atraen a viajeros que buscan avistamiento de fauna, senderismo, observación de aves, kayakismo, fotografía de naturaleza y turismo rural comunitario.
El crecimiento del ecoturismo también se vincula con la conciencia ambiental postpandemia. Cada vez más turistas priorizan espacios abiertos, contacto con la naturaleza y consumo responsable, lo que impulsa a los prestadores a adoptar prácticas sostenibles como el uso eficiente del agua y la energía, gestión de residuos y oferta gastronómica con productos locales.

Desde el sector privado, numerosas agencias y alojamientos han obtenido certificaciones de turismo sustentable, integrando sistemas de medición de huella de carbono y programas de compensación ambiental. Este cambio estructural promueve una nueva forma de viajar que protege los ecosistemas y genera empleo inclusivo.
En las comunidades rurales y pueblos cercanos a áreas naturales, el ecoturismo se convirtió en una fuente clave de ingresos y arraigo poblacional. Las cooperativas locales ofrecen visitas guiadas, gastronomía regional y talleres de artesanía, fortaleciendo el vínculo entre conservación y desarrollo humano.
La combinación de diversidad biológica, infraestructura turística y compromiso ambiental posiciona a la Argentina como líder regional en turismo sostenible, con una oferta que abarca desde los glaciares patagónicos hasta las yungas del norte.
El desafío para los próximos años será mantener el equilibrio entre crecimiento turístico y preservación ambiental, garantizando que cada visitante sea también un embajador del cuidado del planeta.










